NUESTROS FUNADADORES
DOÑA ASCENCIA RODRÍGUEZ DE MORALES Y DON JOSÉ DÍAZ DE ASTUDILLO.
Doña Ascencia Rodríguez de Morales, esposa de Juan de Morales y don José Díaz de Astudillo, gobernador de la ciudad de San Faustino fueron dueños de tierras en el espacioso valle de Cúcuta y por escritura pública cedieron la extensión suficiente para la fundación de este municipio, documento que si hasta el momento no ha sido posible hallarse, su existencia se invoca en la carta de solicitud de erección de la parroquia cuando dice: “Hemos tratado y conferido, y de común acuerdo deliberado que para tener pastor espiritual, y que lo tengan nuestras familias y domésticos, cómodamente sin quebrantos de nuestras personas y bienes, erigir y fundar con licencia y expreso consentimiento de los superiores una parroquia en este valle de Cúcuta, jurisdicción de la ciudad de pamplona, que lleve el nombre de Nuestra Señora del Rosario, cuya fundación se ha de hacer en las cuadras que donó Ascencia Rodríguez por escritura y las que donó don José Díaz de Astudillo, tierra sana en llano apacible”.
Doña Ascencia Rodríguez de Morales, esposa de Juan de Morales y don José Díaz de Astudillo, gobernador de la ciudad de San Faustino fueron dueños de tierras en el espacioso valle de Cúcuta y por escritura pública cedieron la extensión suficiente para la fundación de este municipio, documento que si hasta el momento no ha sido posible hallarse, su existencia se invoca en la carta de solicitud de erección de la parroquia cuando dice: “Hemos tratado y conferido, y de común acuerdo deliberado que para tener pastor espiritual, y que lo tengan nuestras familias y domésticos, cómodamente sin quebrantos de nuestras personas y bienes, erigir y fundar con licencia y expreso consentimiento de los superiores una parroquia en este valle de Cúcuta, jurisdicción de la ciudad de pamplona, que lleve el nombre de Nuestra Señora del Rosario, cuya fundación se ha de hacer en las cuadras que donó Ascencia Rodríguez por escritura y las que donó don José Díaz de Astudillo, tierra sana en llano apacible”.
NUESTROS PROCERES
En el suelo de Villa del Rosario, el 2 de abril de 1792 vio la luz uno de los hombres más extraordinarios con que se presentó Colombia en su guerra de Independencia y de dotes más preclaras en la organización de la república: Francisco de Paula Santander y Omaña, hijo de Don Agustín Santander y Colmenares y de Doña Manuela Antonia de Omaña y Rodríguez.De sus padres aprendió a conocer la justicia, la conveniencia y la necesidad de que estos países sacudiesen la dominación española.
Se destacó en sus estudios cursados en el Colegio San Bartolomé y dio pruebas evidentes de su alto espíritu militar, aureolado por un valor a prueba y la impetuosidad de su raza, al conducir a sus tropas y combatir a sus enemigos en los valles de Cúcuta y en los llanos principalmente.
Don Manuel de Pombo describe su gran figura: “ Al General Santander lo conocí mucho y lo vi muy de seguido y muy de cerca. Era un hombre hermoso y arrogante, de gran talla, robustos miembros y apostura imponente. La palabra sonora y acompasada caía de sus labios llena de grandeza y gracia, y en sus modales la distinción y la dignidad se revestían de soltura y de donaire. Afluente llano y jocoso en el trato común descendía hasta la última escala social hasta cantar, comer y jugar con el pueblo; pero ni aún entonces dejaba de ser quien era; bajaba él hasta ellos, pero ellos no subían un punto hacia él; poseía el raro don de mantener a cada cual en su puesto, por su mero ascendiente y sin imponerse ni suscitar descontento. Trabajador incansable y severo; concurría a las fiestas, bailaba, replicaba en los certámenes, jugaba en casa de sus amigos, visitaba a los religiosos en sus conventos y a los soldados en sus cuarteles, paseaba por la calles, tertuliaba en los almacenes de los comerciantes, estaba en fin en todas partes, sabía toda la crónica, se adaptaba a todas las situaciones y para todo le alcanzaba el tiempo.
Como gobernante de la Nueva Granada se preocupo fundamentalmente por lo relacionado con Hacienda y Guerra, Instrucción Pública, Administración de Justicia Y Relaciones Internacionales.
En cuanto a la Instrucción pública se dedicó a la creación de escuelas, colegios y universidades porque consideraba que “sin saber leer y escribir los ciudadanos no pueden conocer fundamentalmente las sagradas obligaciones que les imponen la religión y la moral cristiana como tampoco los derechos y deberes del hombre en sociedad, para ejercer dignamente los primeros y cumplir los últimos con exactitud”
En cuanto a Administración de Justicia son célebres sus frases:
“O hay leyes, o no la hay. Si no las hay: ¿Para qué estamos engañando a los pueblos con fantasmas? Y si las hay, es preciso guárdarlas y obedecerlas, aunque su obediencia produzca el mal”
“Aunque militar de profesión, estoy penetrado como el que más de que sin libertad, sin constitución y sin leyes nada seriamos, ni yo mismo sería cosa alguna. Lo estoy igualmente de que un pueblo de patriotas ilustrados tampoco podría conducirse por otro camino que por el de la constitución, que garantiza la libertad”
Ser ciudadano para Santander era el mejor título que se le podía conceder, destacando ante todo el amor por su patria al expresar: “Desengáñese la Nueva Granada! Mientras Santander exista jamás será traidor, porque identificado con los intereses nacionales, porque cabiéndole una parte en la creación de los derechos de que hoy goza el pueblo, está pronto a defenderlos y porque juzga que para conservarlos hoy se necesita amnistía, olvido eterno”
El día 6 de mayo a las seis y treinta y dos minutos de la noche descendió el ángel de paz y tocó con su cetro de oro aquellos ojos fatigados que deliciosamente se cerraron para siempre a la luz de la tierra. Muere finalmente sin oírsele apenas su último suspiro; muere y sus amigos guardan silencio largo tiempo alrededor de su cama, porque piensan que está dormido.
JUAN NEPOMUCENO PEDRO FORTOUL SÁNCHEZ
Hijo de Esteban José Fortoul y doña María Inés Sánchez Osorio. Primo del General Francisco de Paula Santander. Nació el 27 de mayo de 1780 en Villa del Rosario.Realizó sus estudios en el Colegio San Bartolomé de Bogotá, pero la muerte de su padre lo obligó a dejar sus estudios y dedicarse a la agricultura y al comercio cuando apenas contaba con trece años de edad para ponerse al frente del hogar Fortoul-Sánchez.
Contrajo matrimonio con doña Manuela García Navas el 28 de agosto de 1805, a la edad de 35 años.
El 6 de agosto de 1810 ingresó al batallón de milicias creado en los valles de Cúcuta con el fin de apoyar a las fuerzas revolucionarias que se enfrentarían a las fuerzas del rey. Llegó a ser uno de los Generales de mejores servicios a la causa de la independencia y esclarecido héroe de la patria colombiana.
Divisó la persecución que el ejército realista emprendería contra las familias de los patriotas, y como esposo amante y padre afable, no podía dejar en manos de una incierta suerte a quienes hacían parte de su ser, por eso el General Fortoul no sólo prefirió en las desiertas llanuras del oriente una muerte honrosa, sino que llevó consigo a su esposa e hijos, para que el conquistador español no tuviese el gusto de ultrajarlos y pudiesen morir bajo un cielo libre.
Fortoul acataba las órdenes del libertador y las de Santander, sin contradicción alguna y con marcada rapidez como lo confirman sus palabras: “Usted viva persuadido de que yo en el día no deseo otra cosa y que si cometo algunos defectos no serán jamás por una malicia, sino por ineptitud. Todos mis desvelos en el día no se reducen a otra cosa que a dar cumplimiento a las disposiciones del Libertador y de usted, y esto puede creérmelo porque se lo aseguro con la ingenuidad que acostumbro”.
Al encargarse del gobierno del vasto departamento de Boyacá, conformado por las provincias de Tunja, Socorro, Pamplona y Casanare, pronunció un discurso lleno de sabiduría y humildad como se puede apreciar en el fragmento: “Vuestra consagración al bien de la República, vuestra docilidad, todas vuestras virtudes, y principalmente las que distinguen a vuestros gobernadores, fueron las que me dieron aliento para dejarme imponer tan enorme peso, porque me hicieron concebir la lisonjera esperanza de que en ellos y en cada uno de vosotros habría de hallar un compañero prudente que, disimulando por una parte mis defectos, por otra me habría de auxiliar con todas sus fuerzas al desempeño de mi deber; oíd, pues, la voz de un amigo que solo procura vuestra felicidad y que en ella recibáis el premio de vuestros sacrificios”
Hasta el 12 de agosto de 1836 al General Fortoul lo encontramos actuando como jefe político en el suelo de sus patria chica, puesto que sirvió con la dinámica honradez de que dio muestras efectivas en los altos cargos que desempeñó a lo largo de su meritísima vida pública.
Falleció en la villa de San José de Cúcuta el 5 de enero de 1837 a la edad de 57 años y fue trasladado a Villa del Rosario donde se le dio sepultura pública.
NUESTROS PERSONAJES ILUSTRES
MANUEL ANTONIO ABELARDO RUEDA JARA
Nació en Villa del Rosario el 10 de enero de 1858. Hijo de Don Julio Rueda y Doña Espíritu Jara.
Desde muy tierna edad fue llevado a los bancos escolares de la misma villa en donde hizo sus primeras letras. Más tarde, a los 16 años, sus padres le condujeron al Colegio San Agustín que en San José de Cúcuta regentaba el gran instructor, Señor Don Rafael María Niño.
El niño Rueda Jara, empezó a dar prueba de su gran talento y de su inclinación por las matemáticas. También se ganó la amistad cariñosa de sus compañeros a quienes estimaba grandemente e invitaba los fines de semana a su residencia en la Quinta de Santander.
Su padre, preocupado por el avance en los estudios de su hijo, desde temprana edad lo llevo a uno de los mejores colegios de la capital de la República, de donde pasó a la universidad y obtuvo el título de Ingeniero Civil al tiempo que se desempeñaba como profesor de matemáticas en varios colegios de la ciudad.
Contrajo matrimonio en Villa del Rosario con la distinguida dama doña Mercedes Vargas Acero. Luego regresó a Bogotá donde siguió trabajando como profesor y catedrático en el Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario, en la Universidad Nacional y en la escuela de Ingeniería Civil.
También desarrolló su labor en los importantes órganos periodísticos de índole pedagógica El Escolar Colombiano y el Educacionista. Fundó el liceo Mercantil, el Colegio Académico, la Universidad Republicana y fue miembro de la sociedad Colombiana de Ingenieros.
Alcanzó la excepcional capacidad de publicar 10 obras de enseñanza, las cuales fueron adoptadas como textos obligatorios en las escuelas y colegios de la Nación, y los de nivel superior, como texto de consulta en varios países de América.
Don Antonio Pérez Rincón, que tuvo la oportunidad de conocer este gran modelador de las juventudes colombianas expresa: “Hombre equilibrado, si lo hay, la humildad no le impedía poner en juego la magnitud singular de sus capacidades. Brilló solamente cuando el deber se lo impuso y cuando tuvo seguridad de su eficacia, porque conocía muy a fondo la mezquindad de las facultades humanas, que no han podido, a la luz de toda una constelación de verdades absolutas representadas en los números, arrancar a la naturaleza el criterio de la certidumbre”.
Murió en Bogotá en el año de 1907 a la edad de 49 años. De él, el presidente de la república, Doctor José Vicente Concha afirmó: “El Doctor Manuel Antonio Rueda puede considerarse en Colombia como uno de los mártires del patriotismo y de la ciencia porque la enfermedad que lo llevó a la tumba tuvo por causa el enorme trabajo intelectual que desarrolló para cumplir el precepto de Enseñar al que no sabe”
LUIS GABRIEL CASTRO
El insigne cronista nació en la Villa del Rosario el 19 de agosto de 1896 en la humilde vivienda, todavía en pie, situada en la carrera 7ª N°8-40 del barrio Centro, y murió en Cúcuta el 7 de febrero de 1955 a la edad de 58 años.
El 11 de octubre de 1896 recibió las aguas bautismales de manos del presbítero Manuel María Lizardo Peña, a quien se debe la construcción de la cúpula del Templo Histórico y el primer sanatorio de la nueva ciudad conocido como Hospital del Sagrado Corazón de Jesús, después del terremoto del 16 de mayo de 1875.
Cursó estudios primarios en la escuela de varones de su ciudad natal; obtuvo el título de maestro en la Escuela Normal de Cúcuta. Fue director de la escuela de Villa del Rosario ; director de la escuela de Cúcuta; secretario de la Escuela Normal ; jefe de la Oficina de Permanencia de Cúcuta; director de Estadística del Departamento Norte de Santander; juez de Ejecuciones Fiscales; secretario perpetuo del Centro de Historia del Norte de Santander del que fue fundador y miembro de número (hoy Academia de Historia); miembro correspondiente de los centros de historia de Ocaña y Bucaramanga y presidente de la Asociación de Periodistas de Cúcuta. Escribía para los periódicos “Hoy”, “Sagitario” y “Comentarios”, y para las revistas “Hacaritama” y “Gaceta Histórica”. Fue condecorado con la medalla de la Orden de Miranda, fundador de la papelería el Zigzag en la capital nortesantandereana, diputado a la Asamblea del departamento y Concejal por la jurisdicción de Cúcuta.
El 5 de septiembre de 1929 contrajo matrimonio en la iglesia de San Antonio con la señorita Candelaria Galvis Bautista, y oficiaron de padrinos el historiador Luis Eduardo Romero y su hermana Edelmira Romero. De esa unión nacieron: Luis Erasmo, Gabriel Adolfo, Guillermo Noel, Cruz Bolivia, Luz de Belén, Régulo y Carolina Castro Galvis.
En 1933 obtuvo el primer lugar en el concurso departamental sobre la capital del departamento con su trabajo “Monografía de Cúcuta”, la cual fue publicada en 1933. Sin embargo, por su escasa edición, este texto se ha diluido entre otras monografías plagiarias que no reconocen el crédito a su verdadero autor.
En 1940 la Asamblea Departamental del Norte de Santander en conmemoración del centenario de la muerte del General Santander, abrió concurso para premiar el mejor ensayo histórico-geográfico, y bajo el seudónimo Amadís de Gaula, participó con su obra “La Capital de la Gran Colombia” ganándose el certamen. Posteriormente, con la misma obra y el mismo seudónimo, participa por invitación del Centro de Historia de Santander en el concurso anual de 1942, y nuevamente es laureado con el primer lugar.
En 1943 la Asamblea de Periodistas del Departamento de la cual el escritor tenía el honor de ser su presidente, a moción del señor Carlos Ramírez París elevó la solicitud al gobernador de entonces, Carlos Ardila Ordóñez, para que se editara en la imprenta oficial la primera reproducción de la obra, dada su “gran importancia para los países libertados por el Genio de América, especialmente para Venezuela, Colombia y Ecuador” con motivo de un intercambio cultural colombo-venezolano a efectuarse el 20 de julio de ese mismo año.
En 1971, siendo secretario de educación el poeta Miguel Méndez Camacho, hijo de su dilecto amigo, paisano e historiador como él, Constantino Méndez, con motivo de los actos del Sesquicentenario del Congreso de la Gran Colombia se prensó la segunda edición de la obra en la desaparecida Imprenta Departamental.
Los frutos de la investigación ardorosa de nuestro historiador no estuvieron exentos de un hado desafortunado, pues creaciones suyas como el “Diccionario biográfico de próceres y hombres notables del Norte de Santander” facilitado al padre Daniel Jordán, y la “Biografía del General Santander”, a su colega Belisario Matos Hurtado, se perdieron en posesión de estos amigos.
El 13 de octubre de 1998 los hijos del historiador donaron al municipio de Villa del Rosario los archivos y documentos personales de su padre; y aunque el alcalde de entonces Octavio Martínez Acuña y su secretario de Cultura y Turismo, Juan Daniel Jaimes, prometieron resguardar el valioso material bibliográfico entregado, los mismos desaparecieron bajo sus administraciones sin que haya sido posible hasta hoy rescatar de sus manos este inestimable patrimonio público.
Actualmente, se adelantan ante el gobierno local las gestiones para adquirir la casa paterna del cronista y construir en ella el mausoleo donde se exhiba su obra y se depositen sus restos que reposan en la iglesia de San Antonio de Cúcuta, a objeto de que sea frecuentado como otra de nuestras atractivas prendas culturales en el recorrido turístico por la ciudad.
De igual modo, se exhorta al cabildo y a la alcaldía municipal para que se institucionalice su texto “La Capital de la Gran Colombia”, como cátedra obligatoria en todos los centros educativos de la ciudad, sorteando todas las trabas burocráticas que se han aducido siempre para su aplicación; así mismo, que se inicie un proceso jurídico que permita recuperar de la posesión ilegal de los sospechosos, la obra manuscrita y los demás textos obsequiados por los descendientes del pendolista.
Con Luis Gabriel Castro, Villa del Rosario se jacta no sólo de ser el escenario más importante de la gesta de la Independencia y cuna de varios de sus más insignes próceres, sino también de contar con la obra que compila de manera minuciosa los hechos de la epopeya de la Gran Colombia que tuvieron lugar en su suelo, y cuyo rigor científico es ponderado por los investigadores y académicos de nuestra historia.
El insigne cronista nació en la Villa del Rosario el 19 de agosto de 1896 en la humilde vivienda, todavía en pie, situada en la carrera 7ª N°8-40 del barrio Centro, y murió en Cúcuta el 7 de febrero de 1955 a la edad de 58 años.
El 11 de octubre de 1896 recibió las aguas bautismales de manos del presbítero Manuel María Lizardo Peña, a quien se debe la construcción de la cúpula del Templo Histórico y el primer sanatorio de la nueva ciudad conocido como Hospital del Sagrado Corazón de Jesús, después del terremoto del 16 de mayo de 1875.
Cursó estudios primarios en la escuela de varones de su ciudad natal; obtuvo el título de maestro en la Escuela Normal de Cúcuta. Fue director de la escuela de Villa del Rosario ; director de la escuela de Cúcuta; secretario de la Escuela Normal ; jefe de la Oficina de Permanencia de Cúcuta; director de Estadística del Departamento Norte de Santander; juez de Ejecuciones Fiscales; secretario perpetuo del Centro de Historia del Norte de Santander del que fue fundador y miembro de número (hoy Academia de Historia); miembro correspondiente de los centros de historia de Ocaña y Bucaramanga y presidente de la Asociación de Periodistas de Cúcuta. Escribía para los periódicos “Hoy”, “Sagitario” y “Comentarios”, y para las revistas “Hacaritama” y “Gaceta Histórica”. Fue condecorado con la medalla de la Orden de Miranda, fundador de la papelería el Zigzag en la capital nortesantandereana, diputado a la Asamblea del departamento y Concejal por la jurisdicción de Cúcuta.
El 5 de septiembre de 1929 contrajo matrimonio en la iglesia de San Antonio con la señorita Candelaria Galvis Bautista, y oficiaron de padrinos el historiador Luis Eduardo Romero y su hermana Edelmira Romero. De esa unión nacieron: Luis Erasmo, Gabriel Adolfo, Guillermo Noel, Cruz Bolivia, Luz de Belén, Régulo y Carolina Castro Galvis.
En 1933 obtuvo el primer lugar en el concurso departamental sobre la capital del departamento con su trabajo “Monografía de Cúcuta”, la cual fue publicada en 1933. Sin embargo, por su escasa edición, este texto se ha diluido entre otras monografías plagiarias que no reconocen el crédito a su verdadero autor.
En 1940 la Asamblea Departamental del Norte de Santander en conmemoración del centenario de la muerte del General Santander, abrió concurso para premiar el mejor ensayo histórico-geográfico, y bajo el seudónimo Amadís de Gaula, participó con su obra “La Capital de la Gran Colombia” ganándose el certamen. Posteriormente, con la misma obra y el mismo seudónimo, participa por invitación del Centro de Historia de Santander en el concurso anual de 1942, y nuevamente es laureado con el primer lugar.
En 1943 la Asamblea de Periodistas del Departamento de la cual el escritor tenía el honor de ser su presidente, a moción del señor Carlos Ramírez París elevó la solicitud al gobernador de entonces, Carlos Ardila Ordóñez, para que se editara en la imprenta oficial la primera reproducción de la obra, dada su “gran importancia para los países libertados por el Genio de América, especialmente para Venezuela, Colombia y Ecuador” con motivo de un intercambio cultural colombo-venezolano a efectuarse el 20 de julio de ese mismo año.
En 1971, siendo secretario de educación el poeta Miguel Méndez Camacho, hijo de su dilecto amigo, paisano e historiador como él, Constantino Méndez, con motivo de los actos del Sesquicentenario del Congreso de la Gran Colombia se prensó la segunda edición de la obra en la desaparecida Imprenta Departamental.
Los frutos de la investigación ardorosa de nuestro historiador no estuvieron exentos de un hado desafortunado, pues creaciones suyas como el “Diccionario biográfico de próceres y hombres notables del Norte de Santander” facilitado al padre Daniel Jordán, y la “Biografía del General Santander”, a su colega Belisario Matos Hurtado, se perdieron en posesión de estos amigos.
El 13 de octubre de 1998 los hijos del historiador donaron al municipio de Villa del Rosario los archivos y documentos personales de su padre; y aunque el alcalde de entonces Octavio Martínez Acuña y su secretario de Cultura y Turismo, Juan Daniel Jaimes, prometieron resguardar el valioso material bibliográfico entregado, los mismos desaparecieron bajo sus administraciones sin que haya sido posible hasta hoy rescatar de sus manos este inestimable patrimonio público.
Actualmente, se adelantan ante el gobierno local las gestiones para adquirir la casa paterna del cronista y construir en ella el mausoleo donde se exhiba su obra y se depositen sus restos que reposan en la iglesia de San Antonio de Cúcuta, a objeto de que sea frecuentado como otra de nuestras atractivas prendas culturales en el recorrido turístico por la ciudad.
De igual modo, se exhorta al cabildo y a la alcaldía municipal para que se institucionalice su texto “La Capital de la Gran Colombia”, como cátedra obligatoria en todos los centros educativos de la ciudad, sorteando todas las trabas burocráticas que se han aducido siempre para su aplicación; así mismo, que se inicie un proceso jurídico que permita recuperar de la posesión ilegal de los sospechosos, la obra manuscrita y los demás textos obsequiados por los descendientes del pendolista.
Con Luis Gabriel Castro, Villa del Rosario se jacta no sólo de ser el escenario más importante de la gesta de la Independencia y cuna de varios de sus más insignes próceres, sino también de contar con la obra que compila de manera minuciosa los hechos de la epopeya de la Gran Colombia que tuvieron lugar en su suelo, y cuyo rigor científico es ponderado por los investigadores y académicos de nuestra historia.